Adam Smith como filósofo moral
April 30, 2019
En 1752, Adam Smith[1] fue nombrado profesor de la prestigiosa cátedra de filosofía moral en la Universidad de Glasgow. Sabemos por el "Account of the life and writings of Adam Smith", de Dugald Stewart [2], que “su curso [sobre Filosofía moral] se dividía en cuatro partes” (EPS, 274). Estas cuatro partes, nos recuerda Stewart, eran "teología natural", "ética", "esa rama de la moral que se relaciona con la justicia" (o jurisprudencia) y "expediency" (o economía política).
Al parecer, Smith no le prestó mucha atención a la teología o, mejor dicho, solo le prestó la atención que fuera estrictamente necesaria [3]. Pero las clases de Smith sobre ética fueron fundamentales para desarrollar lo que llegaría a ser La teoría de los sentimientos morales (1759) y sus clases sobre economía política se convertirían en el origen de Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1776).
Aunque Smith no publicó nada sobre jurisprudencia, su interés en ella se mantuvo vivo hasta sus días finales. De hecho, en la Advertencia de la sexta y última edición de TSM (1790), declaró su intención de escribir un libro sobre jurisprudencia, reconociendo "abrigar pocas esperanzas de completarlo". Y al final de TSM mantuvo esa promesa de "explicar los principios generales del derecho y el estado... acerca de la historia de la jurisprudencia" (TSM, 342). Sin embargo, poco antes de su muerte, Smith instruyó a sus albaceas, Joseph Black y James Hutton, para quemar la mayoría de sus documentos no publicados, incluyendo presumiblemente los manuscritos sobre jurisprudencia.
Es difícil y por cierto muy ambicioso hablar de “la filosofía moral" de Adam Smith en su sentido más amplio. Pero si asociamos la ética con TSM, la economía política con RN y se añade el proyecto de jurisprudencia, podemos imaginar que la división de su curso sobre filosofía moral de Smith era parte de un esquema mayor.
Sería correcto argumentar que, emulando a su amigo David Hume, Adam Smith intentó desarrollar una "ciencia del hombre". Sería aún más correcto afirmar que al dividir la filosofía moral en ética, economía política y jurisprudencia, el objetivo principal de Smith era abarcar lo que en los tiempos modernos llamaríamos las "ciencias sociales". Aunque Smith no pudo cumplir su sueño de un sistema completo de las ciencias sociales, fue un precursor de la tradición intelectual que persiguió este objetivo. Él no solo se convirtió en el padre indiscutido de la economía, sino que también concibió una particular visión, muy original y moderna, de la naturaleza humana y además de los seres humanos como parte de la sociedad.
Detrás de este gran proyecto hay otra circunstancia que se relaciona con el legado de Smith. La publicación de TSM en 1759 le dio a Smith prestigio y reputación intelectual. Fue invitado, como su amigo David Hume había previsto en una hermosa e ingeniosa carta celebrando la publicación de TSM (ver Corr. 33-5), a viajar con el duque de Buccleuch por el continente. Durante este grand tour, Smith conoció a Voltaire y a muchos intelectuales de la Ilustración francesa. Después de más de dos años en el extranjero, la muerte del hermano menor del duque los obligó a regresar a Londres. En ese momento Smith se retiró a su ciudad natal, Kirkcaldy, donde pasó casi diez años trabajando en RN. Su obra magna se publicó en el emblemático año 1776.
Si bien Smith solo hizo algunas adiciones y correcciones para la segunda edición de RN en 1778, sus últimos años los dedicó a trabajar en revisiones para TSM. De hecho, casi un tercio de la edición final y definitiva de TSM fue pensada y agregada durante los últimos años de su vida. Al dedicarle sus últimas energías intelectuales a TSM, podemos percibir aquí la importancia que Smith le dio a la ética.
Cabe destacar que TSM, el libro que le trajo éxito intelectual, fue prácticamente ignorado durante el siglo XIX y la mayor parte del siglo XX. Hay una explicación clara y convincente para este fenómeno: la influencia abrumadora del utilitarismo y el kantismo eclipsó TSM, convirtiendo a esta obra en un libro que fue mal entendido o simplemente desestimado. Los pocos economistas que lo conocían pensaban que era un libro sobre psicología, mientras que algunos filósofos lo consideraban una obra proto-utilitaria menor. Solo recientemente filósofos, economistas, cientistas políticos y académicos de un amplio espectro de disciplinas han vuelto a apreciar el valor y la importancia de TSM. Esta merecida reconsideración acompaña al florecimiento del interés académico por la retórica de Smith, por sus ensayos sobre el lenguaje y por sus historias de la astronomía, la física y la metafísica. Este renacimiento de su legado ha vuelto a confirmar su lugar no solo como filósofo moral, sino como uno que persigue el dictum kantiano de la Ilustración, el sapere aude, o "atrévete a saber". Adam Smith fue un filósofo moral que intelectualmente se atrevió.
Das Adam Smith Problem
El famoso debate sobre el Das Adam Smith Problem también contribuyó a la desatención de TSM. El supuesto problema escudriñó la relación entre TSM y RN, y cuestionó la consistencia de ambas obras, una basada en la simpatía y la otra en el interés propio. Incluso se cuestionó la coherencia del autor. Witold von Skarzynski (1850-1910) sugirió que Smith cambió de opinión después de familiarizarse con los materialistas franceses durante su grand tour por Europa. Sin embargo, cuando las Lecciones sobre Jurisprudencia (LJ) de Smith del año académico 1763-64 fueron encontradas y publicadas en 1896 [4], proporcionaron evidencia de que la noción de Smith sobre el interés propio en RN, junto con muchas otras ideas, estaban ya bastante claras antes de su viaje al continente. En cualquier caso, el aparente contraste entre TSM y RN aún es un tema importante, ya que nos enfrenta con la elusiva relación entre ética y economía.
A partir del debate del Smith Problem, los conceptos de simpatía e interés propio han sido comprendidos erróneamente. Este común malentendido enfatiza los significados estrechos del interés propio y la simpatía. Hoy sabemos que el concepto de interés propio de Smith es más profundo que el simple egoísmo. Y muy diferente. También sabemos que la simpatía de Smith es un concepto mucho más amplio y complejo que el entendimiento coloquial de la simpatía. Por otra parte, TSM, junto con desarrollar el crucial concepto de la simpatía, presenta una robusta defensa moral del concepto smithiano del interés propio. Y RN, además de su análisis y defensa del interés propio, es fértil en implicancias morales. Una comprensión adecuada de estos asuntos en la obra de Smith disipa cualquier intento de disociar la simpatía del interés propio y desconectar RN de TSM. Ambos son parte de la filosofía moral de Smith y de su proyecto de una “ciencia social”.
La simpatía en Smith
Permítanme comenzar con la simpatía, que es el cimiento y el cemento de la filosofía moral de Smith. La primera frase en TSM,
"Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla" (TSM, 9) define la simpatía como un complejo principio de la naturaleza humana. Smith difiere de Hume al argumentar que la simpatía no es solo un sentir con el otro que se contagia. Además, afirma que "la simpatía ... no emerge tanto de la observación de la pasión como de la circunstancia que la promueve" (TSM, 12). En otras palabras, la simpatía implica no solo ponerse uno mismo en los zapatos de la otra persona, sino también evaluar dónde están situados esos zapatos. Aunque, por supuesto, tendré sentimientos con el otro frente a cualquier pasión, no puedo simpatizar "... hasta que nos informemos sobre su causa" (TSM, 11). Puedo sentir y compartir tu pasión, pero eso no significa necesariamente que pueda simpatizar con ella. La simpatía de Smith requiere una evaluación de las circunstancias, lo que implica un proceso deliberativo que combina sentimientos con razón.
Para Smith, los sentimientos son, por lo tanto, una condición necesaria pero no suficiente para lograr la simpatía mutua. La simpatía es acerca de los sentimientos, pero como también exige un proceso de deliberación, corresponde más precisamente al concepto moderno de empatía (em-pathos, esto es, sentir "en" el otro). Y cuando Smith introduce al espectador imparcial y las virtudes, se desenvuelve un proceso simpatético que involucra “la mejor cabeza unida al mejor corazón” (TSM, 216).
No podemos olvidar que Smith sigue la tradición aristotélica de considerar a los seres humanos como naturalmente sociales (zoon politikón). No hay lugar en la teoría de Smith para un solitario y aislado Robinson Crusoe. La ética es un fenómeno social simplemente porque un hombre sin sociedad no puede tener un sentido del bien o del mal (ver TSM, 110). Y la simpatía como fundamento de la ética, requiere comunicación social. Para Adam Smith, la naturaleza humana es predominantemente social, y la simpatía, nutrida por el espectador imparcial y las virtudes, es el fundamento del juicio moral y el corazón de la interacción social.
El interés propio en Smith
Ahora pasemos al interés propio. Adam Smith comparte con muchos de los filósofos de la Ilustración escocesa, y en particular con David Hume, una visión realista y pragmática de la naturaleza humana y de la sociedad. Si apuntamos a la perfección moral, solo podemos alcanzar la moralidad humana. Pero el interés propio, que es diferente del egoísmo, tiene fundamentos morales. Es parte de la virtud de la prudencia, una virtud que tiene una larga historia en la tradición liberal clásica.
Vale la pena reproducir la comprensión de Smith acerca de la prudencia:
"El cuidado de la salud, la fortuna, la posición y la reputación del individuo, objetivos de los que se supone que depende fundamentalmente su comodidad y felicidad en esta vida, es considerado el cometido propio de la virtud comúnmente denominada prudencia... La seguridad, por consiguiente, es el primer y principal objetivo de la prudencia... Los métodos que principalmente recomienda para ampliar nuestra fortuna son los que no comportan pérdida o peligro alguno: conocimiento genuino y destreza en nuestro negocio o profesión, aplicación y laboriosidad en su ejercicio, frugalidad y hasta algún grado de parsimonia en todos nuestros gastos" (TSM, 213).
La prudencia está relacionada con el interés propio de Smith. Esta virtud cardinal es también una virtud comercial que merece nuestra simpatía ("los hábitos de la frugalidad, la laboriosidad, la discreción, la atención y aplicación intelectual.... merecen la estima y aprobación de todos" (TSM, 304)). Es una virtud de lo propio que fomenta la defensa recurrente de Smith del derecho a "mejorar nuestra condición". Esto no supone el frío individualismo del homo œconomicus como un individuo distante. Es el zoon polikón en la catalaxia de la vida humana.
La filosofía moral en La riqueza de las naciones
Como TSM desarrolla los cimientos éticos del interés propio, permítanme cerrar con algunas reflexiones acerca de las esferas éticas en torno a RN. La opinión generalmente aceptada de que TSM es sobre la ética y RN sobre la economía es espuria.
Desde la “Introducción y plan de la obra”, RN es fecunda en implicancias morales. De hecho, en la primera página de RN, Smith se refiere a las "naciones salvajes de cazadores y pescadores" que son "miserablemente pobres". Ellas "por pura necesidad se ven obligadas, o creen que están obligadas a veces a matar y a veces a abandonar a sus niños, sus ancianos o a los que padecen enfermedades prolongadas, para que perezcan de hambre o sean devorados por animales salvajes". Y avanza para comparar esta situación con "las naciones civilizadas y prósperas" en las cuales "la producción del trabajo total de la sociedad es tan grande que todos están a menudo provistos con abundancia” (RN, 10).
Smith, como un visionario del siglo XVIII, estaba avizorando las consecuencias beneficiosas del progreso bajo una incipiente sociedad comercial en comparación con las "naciones salvajes de cazadores y pescadores" de nuestros ancestros. La imagen de los niños y ancianos abandonados es tan elocuente como la moralidad de esta comparación.
El primer capítulo del Libro I de RN termina con otro homenaje al progreso. En un pasaje sobre la desigualdad, Smith se refiere al "lujo extravagante" de un príncipe europeo y las chocantes diferencias con "un campesino laborioso y frugal". Pero, sorprendentemente, cierra con una especie de experimento mental rawlsiano: se comparan las "comodidades" del campesino con las de muchos reyes africanos, "amos absolutos de las vidas y libertades de diez mil salvajes desnudos" (RN, 23-4). Una vez más, la imagen del rey africano y sus indefensos súbditos contrasta con la dignidad de la gente común que vive el progreso de la sociedad comercial.
Al final del capítulo 2 del Libro I, el capítulo fundacional que asienta la economía en "la disposición a permutar, trocar e intercambiar" (RN, 25) [5], encontramos este pasaje brillante y provocativo sobre las diferencias entre el porteador y el filósofo:
"La diferencia de talentos naturales entre las personas es en realidad mucho menor de lo que creemos... La diferencia entre dos personas totalmente distintas, como por ejemplo un filósofo y un vulgar porteador, parece surgir no tanto de la naturaleza como del hábito, la costumbre y la educación. Cuando vinieron al mundo, y durante los primeros seis u ocho años de vida, es probable que se parecieran bastante, y ni sus padres ni sus compañeros de juegos fuesen capaces de detectar ninguna diferencia notable. Pero a esa edad, o poco después, resultan empleados en ocupaciones muy distintas. Es entonces cuando la diferencia de talentos empieza a ser visible y se amplía gradualmente hasta que al final la vanidad del filósofo le impide reconocer ni una pequeña semejanza entre ambos” (RN, 28-9).
En una época en que la aristocracia se distinguía y separaba del pueblo, este pasaje podría haber perturbado al establishment de la época.
Se puede decir que esta pequeña muestra de algunos ejemplos morales al comienzo de RN refleja "el plan liberal de igualdad, libertad y justicia" de Smith (RN, 664). Podemos encontrar en RN, bajo este gran paraguas de “igualdad, libertad y justicia”, otros pasajes que no articulan un juicio de valor, sino que simplemente observan una realidad con implicancias morales.
Adam Smith ciertamente fue un radical para su tiempo. Él defendió con realismo y pragmatismo la civilización y los avances de la sociedad cuando un filósofo como Rousseau atacó la corrupción que traía el progreso y el comercio. Era igualitario cuando la distinción de rangos era muy marcada. Apoyó la educación básica cuando muchos contemporáneos solo vieron el peligro de enseñar a los más pobres. Y se opuso a la esclavitud cuando era aceptada como un buen negocio. En suma, trascendiendo incluso la trilogía de ética, economía y jurisprudencia, Smith fue un filósofo moral en el más completo significado y sentido del término.
Notas
[1] Para las referencias a Adam Smith, usaré la citación estándar basada en la Glasgow Edition publicada por Liberty Fund, esto es: RN (Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones), TSM (Teoría de los sentimientos morales), EPS (Essays on Philosophical Subjects), LJ (Lectures on Jurisprudence), LRBL (Lectures on Rhetoric and Belles Lettres) y Corr. (Correspondence of Adam Smith) seguida solo por el número de página. Para las citas, se han usado las traducciones de Carlos Rodríguez Braun de los libros de Smith publicadas por Alianza editorial de Madrid como La riqueza de las naciones (1994) y Teoría de los sentimientos morales (1997).
[2] Esta es la primera biografía de Smith, publicada en 1794.
[3] Quizás estaba muy consciente de los intentos fallidos de su amigo agnóstico David Hume para obtener un puesto académico.
[4] En 1896, Edwin Cannan encontró y publicó las notas de las clases de Smith de 1763-64, y luego, en 1958, John M. Lothian publicó las notas de las clases de 1762-63. Ambos conjuntos de notas tomadas por estudiantes están actualmente publicados como Lectures on Jurisprudence (LJ), respectivamente, como LJ (B) y LJ (A).
[5] Sobre la importancia del intercambio y la persuasión como fundamentos del pensamiento smithiano, ver Montes (2019), “Adam Smith’s foundational idea of sympathetic persuasion,” Cambridge Journal of Economics, Volume 43, Issue 1, pp. 1-15 en https://academic.oup.com/cje/article/43/1/1/4915390.